Estoy a mediados de mis 30. Hablar de mi objetivo en la vida sería para ponernos a filosofar, pero sí puedo decir que me gusta aprovechar cada oportunidad de hacer cosas diferentes, para sentirme satisfecho el día que sepa que me muero.
Si lo cojo, renuncio a la calidad de vida que tengo ahora, a ir a las playas que me gustan, a vivir en el entorno en el que vivo, a viajar cuando me apetece, a tener el tiempo libre que me apetece, a simplemente comerme un plato de jamón ibérico con una copita de oloroso junto a mi mujer…
Si no lo cojo, renuncio a tener un trabajo que siempre me ha llamado la atención, que es el de dar clases en una institución americana. Sería a partir del próximo semestre (agosto) y al menos para el curso completo.
Mi futuro lejano no está allí. No me motiva ni lo que pagan ni dónde viviría. Si fuera sólo lo haría por poder decir “he dado clases en EEUU”. Lo sé, es una gilipollez. Pero a todos nos gusta cometer alguna gilipollez.
Mi familia vendría conmigo, no me quiero separar de ella. Mi mujer dice que lo que yo haga estará bien hecho. No me quiere influir demasiado en la toma de decisiones, así que se adaptará.
Realmente el dinero no me importa porque las clases serían compatibles con mis actividades actuales, que es con lo que de verdad gano dinero (me llamaron a través de unos antiguos socios que tenía de mi anterior negocio, y entienden que ya no me dedico a eso y lo respetan). O sea que lo de las clases sólo lo haría por capricho.
Justo esa es la idea que más me ronda la cabeza. Quizás sin responsabilidades familiares uno está más abierto a la aventura, pero no porque la familia se lo impida, sino porque cuando se tiene familia se tienen otras prioridades: estabilidad, comodidad, seguridad.
Creo que si lo aceptara me estaría dando un capricho a mí mismo, pero no estaría cumpliendo con mi familia.